jueves, 7 de mayo de 2009

HISTORIA CELTA: LOS CELTIBEROS






Grupo de pueblos que habitaron el interior de la península Ibérica . Hunde sus raíces en el sustrato indígena del bronce final (última fase de la edad del bronce) y del primer hierro (inicios de la edad del hierro), momento este último en el que, como evidencian sus necrópolis, habrían iniciado su andadura, en torno al siglo VI a.C.; su final se sitúa, convencionalmente, en el 133 a.C., fecha de la caída de Numancia ante los romanos. Las primeras referencias escritas sobre los mismos se deben a geógrafos e historiadores greco-latinos (Estrabón, Tito Livio, Plinio y otros), aunque su estudio, que arranca del siglo XV, no adquiere rango científico hasta los inicios del siglo XX (marqués de Cerralbo, Schulten, Taracena, Caro Baroja, etc.), cobrando renovado impulso en los últimos años. Pese a este excepcional acervo literario, aún hoy se discuten aspectos claves para su definición: los confines de su solar, su verdadera personalidad o su propia genealogía. Las fuentes clásicas son muy imprecisas respecto a su territorio, aunque podemos considerar que los celtíberos históricos se extendieron con seguridad por las actuales provincias de Soria y Guadalajara, buena parte de La Rioja, este de Burgos, oeste de Zaragoza y Teruel, y quizás norte de Cuenca; diferentes interpretaciones amplían este marco hacia oriente y occidente. Pueden ser considerados como un grupo étnico, ya que incorporan entidades menores (arévacos, titos, belos y lusones, resultando polémica la inclusión de vacceos, pelendones y berones), sin que ello signifique la existencia de un poder centralizado y ni siquiera de una unidad política, salvo quizás, y de forma coyuntural, con ocasión de los acontecimientos militares del siglo II a.C. Dado lo heterogéneo de la información literaria y de las evidencias arqueológicas de la cultura celtibérica, resulta difícil definirlos a partir de un único rasgo; no obstante, nos consta que hablaban una misma lengua, el celtíbero, cuyos testimonios escritos, aunque tardíos, se extienden por un territorio que viene a coincidir básicamente con el descrito. Superada la visión tradicional, que explicaba su origen como resultado de la fusión entre celtas e iberos, en la actualidad se entienden fruto de la evolución experimentada por algunos pueblos celtas peninsulares de la primera edad del hierro, sobre los que posteriormente ejerció una marcada influencia la cultura ibera.
Compuesto por cuatro grandes esculturas construidas con piedra granítica, el grupo de los Toros de Guisando, ubicado en la localidad española de El Tiemblo (Avila), es uno de los mayores exponentes de la cultura celtibérica peninsular y su significado constituye aún una incógnita.
Sus hábitats ocupan, por lo general, lugares estratégicos y de fácil defensa, contribuyendo a ésta, además, obras artificiales tales como murallas, torreones y fosos. Las viviendas, de piedra, son rectangulares, tienen varias estancias y se ordenan en manzanas en torno a calles. Las diferentes categorías y dimensiones de los asentamientos son reflejo de una ordenación jerárquica del poblamiento. Sus necrópolis, próximas al hábitat, mantienen la tradición incineradora de los 'campos de urnas', depositándose directamente los restos de la cremaciones, en compañía de un ajuar, en hoyos o en urnas; las tumbas se protegen, en ocasiones, con túmulos, señalándose, más raramente, mediante estelas que, excepcionalmente, se ordenan en calles. Los ajuares incluyen cerámicas a mano y a torno, así como objetos metálicos de bronce y hierro, tales como armas (espadas y puñales de antenas, soliferrea) y adornos (broches de cinturón y fíbulas de tipología diversa), cuya cantidad y calidad ponen de manifiesto una estratificación social en la que destacan, por su alto status, los guerreros. Los yacimientos arquelógicos más importantes son los de Atienza, Gormaz y Luzaga. Su cerámica es polícroma sobre fondo blanco. Eran de religión naturista (el caballo y el toro son elementos importantes). Su economía era cerealista y ganadera. Los celtíberos adoptaron tardíamente la escritura, sirviéndose para ello del alfabeto
ibero. Desde el siglo II a.C., asimismo, acuñaron moneda, incorporando también los tipos de los iberos. Por extensión, el término 'celtíbero' se aplica a los restantes pueblos del valle del Duero (vacceos, vetones, y otros), en particular tras la adopción por parte de los mismos, ya en la segunda edad del hierro, del torno del alfarero, las cerámicas oxidantes pintadas y el molino circular

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